viernes, 25 de enero de 2019

Agua embotellada, ¿solo un negocio?

El consumo de agua embotellada se incrementa cada día, pero no nos planteamos las consecuencias que este consumo elevado puede tener sobre el medioambiente y sobre nuestra salud.
Este aumento del agua embotellada viene condicionado por la publicidad a la que las empresas comercializadoras nos exponen a diario. Utilizan estrategias que pueden ir desde difundir el mensaje de que para adelgazar es preciso beber una marca específica de agua hasta que para hacer deporte es imprescindible otra marca, que aporta a tu organismo todos los minerales que el cuerpo desecha cuando sudas.
Estas estrategias nos llevan a creer que el agua de la red de abastecimiento es peor que la embotellada y hace que nos pasemos al consumo de agua envasada. ¿Realmente obtenemos grandes beneficios para nuestra salud o para la salud económica de esas empresas?
En contra de lo que nos puedan decir sobre el agua del grifo, su consumo es bastante más seguro, más sano, más barato y muchísimo más ecológico.
Pero, si indagamos un poco más, podemos descubrir el agua embotellada es originariamente agua del grifo, en un porcentaje del 40 % por lo menos. ¿Cuál es la diferencia entonces? El añadido de minerales que no aportan, en ningún caso, beneficios concretos para la salud.
A esta publicidad engañosa hay que añadir que uno de los mayores problemas de esta agua embotellada es su embalaje. La mayor parte de esta agua se envasa en botellas de plástico, material que proviene de petróleo crudo, qué es muy tóxico para nuestro organismo.
Hay que sumar la energía que se consume en las plantas embotelladoras y, por supuesto, el combustible que se usa para el transporte del agua una vez envasada.
En algunos lugares la extracción del agua para su embotellamiento deja a los habitantes de la zona sin agua en sus redes locales y provoca grandes desequilibrios en el medio ambiente. Hay que tener en cuenta que, del precio que abonamos por ellas, el 90 % es para pagar los envases.
Por otra parte, no podemos olvidar el alto grado de contaminación que producen, porque una botella de plástico tarda 700 años en descomponerse, pero después de este tiempo sigue contaminando, y que solo el 20 % de ellas son recicladas. Se necesitan unos diez millones de litros de petróleo para fabricar cien millones de botellas y siete litros de agua para producir uno de agua embotellada.
Algunos estudios han revelado que el agua del grifo es, cuando menos, de la misma calidad que el agua embotellada, mucho más económica y fácil de trasportar.
En Alemania y Austria se está imponiendo el uso de botellas de vidrio, mucho más reutilizables y fáciles de reciclar que las de plástico.
En California, algunos restaurantes famosos ya se niegan a servir agua embotellada y aconsejan el consumo del agua del grifo.
Investigadores del Centro Nacional de Aceleradores y de la Universidad de Sevilla han analizado los niveles del polonio radiactivo 210Po en 32 marcas de agua mineral. El estudio confirma que la cantidad de polonio-210 en el agua embotellada es muy superior a la que contiene el agua del grifo, que en general no suele superar 1 mBq/l. La de Sevilla, por ejemplo, es 0,25 mBq/l.
Los resultados revelan que las concentraciones de esta sustancia nociva en algunas muestras superan más de 100 veces las que hay en el agua del grifo, aunque siempre muy por debajo de los valores peligrosos.

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