La España rural se deshabita, muchos pueblos están en serio riesgo de despoblación y, como consecuencia, de desaparecer. Esto se ha llegado a calificar como un problema de Estado.
Más del 60 % de los ayuntamientos tienen menos de 1000 habitantes y concentran solo el 3,2% de la población nacional. Mientras las ciudades ganan habitantes, el rural se va despoblando.
Todas las comunidades autónomas están afectadas y, junto con el envejecimiento de la población y la población flotante, forman este gran problema demográfico que sufre todo el país. Este es un gran reto para las administraciones públicas.
En Castilla y León más de 2000 ciudades no superan los mil habitantes, lo que supone un 89 % de la totalidad de ayuntamientos. En Aragón son el 86 %, y en la Rioja, el 84 %. Seguidos de casos tan significativos como los de Castilla-La Mancha y Navarra, que suponen el 70 %; en Extremadura, el 56 % y en Cataluña, el 52 %.
Este éxodo rural en pleno siglo XXI se ha acrecentado sobre todo en la última década, según palabras de Isaura Leal, comisionada para el reto demográfico, dependiente del Ministerio de Política Territorial.
Está relacionado principalmente con la prestación de servicios y de igualdad de oportunidades, que solo se podrá solucionar si trabajan todas las administraciones conjuntamente, ha señalado la comisionada.
Como primera medida, se ha abierto una línea de ayudas de 80 millones de euros, con cargo al Programa Operativo de Empleo Juvenil (POEF) del fondo Social Europeo 2014-2020, para el empleo juvenil en municipios de menos de 5000 habitantes.
Al tiempo que se ha aprobado un plan de cobertura real de internet de banda ancha, que pretende cubrir al 90 % de los municipios de este tamaño antes del 1 de enero de 2020. El principal objetivo es que todo el territorio nacional tenga igualdad de oportunidades y servicios.
En la actualidad, la población se centra en grandes ciudades, las que tienen más de 50 000 habitantes. Al final, 145 núcleos en toda España abarcan más de la mitad de la población nacional total.
El análisis elaborado recientemente por la FEMP revela que la mitad de todos los municipios se encuentra en riesgo de extinción; en 14 provincias españolas más del 80% de los municipios no supera esa cantidad de 100 habitantes, y 36 provincias perdieron población mayoritariamente en esta áreas rurales.
Todos los municipios y diputaciones provinciales tienen que participar directamente en la estrategia estatal para la lucha contra la regresión demográfica y, en particular, para frenar el fenómeno de la despoblación del medio rural.
Es necesario que la despoblación se incorpore como un criterio a la hora de distribuir fondos a escala europea, nacional y autonómica. Las actuaciones que se promuevan desde la FEMP para enfrentar y vencer este problema serán tanto más eficaces cuanto mejor se adapten a las características particulares de cada espacio rural, y, por lo tanto, ha creado 7 áreas de trabajo que se deben seguir.
Ø Medidas institucionales, financiación y modelo territorial
Ø Economía y empleo
Ø Servicios públicos y sociales
Ø Infraestructuras, comunicaciones y transporte
Ø Vivienda
Ø Incentivos demográficos
Ø
Cultura-identidad-comunicación
“Orgullo rural”Este discurso protagonizado por la propia población rural apela con orgullo a la vida en los pequeños núcleos rurales, y hace hincapié en lo importante que son estos territorios como símbolo de calidad de vida y los reivindica como lugares dignos para vivir.
Movimientos relacionados con esta consigna del “orgullo rural” luchan cada día porque lo rural recupere “vida”; estas iniciativas están protagonizadas por el sindicato agrario Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), campañas organizadas por la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (FADEMUR) en pro de la visibilidad del trabajo de las mujeres rurales, la plataforma Agricultura de Responsabilidad Compartida(ARCO) promovida por la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos(COAG), que impulsa la interacción rural/urbana mediante circuitos de comercialización, amplios programas de movilización y sensibilización social organizados por Vía Campesina o por el Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional (CERAI).
Algunos trabajos periodísticos (como el de Sergio del Molino con su libro La España vacía) y reportajes de televisión (como el titulado “Tierra de nadie” del programa Salvados de Jordi Evole) o diversas obras literarias (como las novelas de Julio Llamazares, la de Francisco Cerdá Los últimos o la de López Andrada El viento derruido) impactan cada vez más fuerte en los medios de comunicación.
Este discurso de vacío y desolación en el medio rural español encuentra sus mayores defensores en una población urbana que hace décadas abandonó este entorno de origen y vuelve periódicamente a sus lugares de nacimiento.
Dada la evidente diversidad del medio rural español, la despoblación no es la misma según la región de la que hablemos; en algunas de ellas existe una densidad demográfica por debajo de 15 habitantes por kilómetro cuadrado, como es el caso de Aragón, Asturias, Castilla y León, Extremadura y Castilla-La Mancha, y otras como Andalucía con poblaciones superiores a los 15 000 habitantes por kilómetro cuadrado y, por tanto, con exigencias muy diferentes.
El problema de fondo radica en el atractivo que tienen aún las zonas urbanas, con unos servicios y comodidades imposibles de obtener a día de hoy en los entornos rurales, lo que acentúa el actual modelo de desarrollo económico basado en la producción, el consumo y los valores que se asocian a él.
Invertir esa
tendencia es una ardua tarea, ya que el problema del declive demográfico forma
parte de un proceso más amplio de cambios culturales, sociales y económicos que
difícilmente pueden detenerlas políticas, aunque sí tratar de paliar sus
efectos mediante programas que eviten el deterioro de la calidad de vida de las
personas que, dentro de su libertad de elegir, deciden
vivir en pequeños núcleos rurales.