domingo, 24 de febrero de 2019

Ni tontas ni locas, sabias



La Premio Nobel Marie Curie, una de las investigadoras más conocidas y admiradas de la historia, forma parte de un grupo reducido de mujeres que han podido alcanzar este reconocimiento en el ámbito de la ciencia. Desafiando las rígidas y tradicionales normas sociales de su época, consiguieron su sueño de ser astrónomas, matemáticas, bioquímicas o médicas, aunque, en muchos casos, fueron desprestigiadas e injustamente olvidadas.


Marie Curie fue la primera mujer que obtuvo un puesto de profesora en la Universidad de la Sorbona de París. En un campo profesional reservado para los hombres de esa época, no obstante consiguió el Premio Nobel en dos especialidades diferentes, Física, en 1903, y Química, en 1911.
Marie Curie fue la primera mujer de una lista de 16 que recibieron un premio Nobel en esas áreas desde la primera concesión del galardón en 1901.


Elisabeth Blackburn y Carol Greider en Medicina y Ada Yonath en Química fueron las últimas en recibir este reconocimiento internacional en 2009.

Científicas como Hipatia, María de Alejandría o Hildegarda de Bingen, entre otras, no son reconocidas fuera de su ámbito científico, ya que la historia estaba tradicionalmente escrita por hombres. Hildegarda de Bingen (1098-1179), monja, filósofa y mística, sus teorías giraban en torno a la cosmología griega y redactó un libro de recetas en las que remarcaba los beneficios que tiene una alimentación adecuada para la salud.

Margaret Thatcher (1925-2013) es más conocida por su faceta política como primera ministra del Reino Unido (1979-1990) que como investigadora química y miembro de la Asociación de Trabajadores Científicos.

Para la investigadora Matilde Barón, la figura que encarnó la dedicación, la inteligencia, la curiosidad y el afán de compartir conocimientos que ayudasen al desarrollo del ser humano y que puede representar a todas estas mujeres es la neuróloga Rita Levi Montalcini (Turín, 1909-Roma, 2012). Esta científica italiana aisló por primera vez el factor de crecimiento nervioso, lo que le valió el Premio Nobel de Medicina en 1986.

Recordando la anécdota de Jacinto Benavente cuando fue invitado a dar una conferencia ante un grupo de mujeres intelectuales en el Madrid de la Segunda República, que rechazó la invitación porque él no hablaba ni a tontas ni a locas, Matilde Barón añade una conclusión a su recorrido por la historia de las mujeres científica: Ni tontas ni locas, sabias

Desde finales del siglo XX hasta hoy, representantes de instituciones científicas han manifestado la necesidad de seguir trabajando en la incorporación de la mujer a los niveles más altos de la escala de la investigación en España, con una alta cualificación y escasa representación.
Instituciones como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuentan con la comisión Mujer y Ciencia para llevar a cabo el Plan de Igualdad, puesto en marcha en 2008, y que tiene como objetivo acabar con la desigualdad existente entre las distintas áreas y llegar al 25 % de representación en las categorías más altas acordado por la Unión Europea. En el CSIC, esta representación supone el 23 %, por lo que siguen trabajando para alcanzar los objetivos propuestos desde la institución europea.


 A día de hoy todavía existen muchos prejuicios en el campo de la ciencia. El techo de cristal existe, ya que es claramente inferior el número de mujeres que están en cargos de responsabilidad. Solo el 15 % de los catedráticos, en España, son mujeres.



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