En el Palacio de Gaviria, en Madrid,
Arthemisia ha abierto al público una exposición retrospectiva dedicada a la
figura de Tamara de Lempicka, que se podrá visitar hasta el 24 de febrero de
2019.
La exposición está compuesta por más de
180 obras procedentes de colecciones privadas, museos y prestadores.
Tamara de Lempicka fue pionera en el
movimiento artdéco, marcado por la estética
de la década de 1920: motivos geométricos, colores brillantes y formas rotundas. Un estilo clásico, simétrico y rectilíneo que alcanzó
su mayor apogeo entre 1925 y 1935. Defensora y seguidora de la Bauhaus, fue
una destacada representante de este movimiento en el ámbito de las artes
plásticas, que originó toda una revolución.
La obra de Lempicka está centrada básicamente en
retratos femeninos y desnudos de ambos sexos. Siguiendo la tendencia del estilo art decó, pintaba
mujeres etéreas, con ropajes flotantes y dedos largos, si bien dan una
impresión férrea y escultural por la pincelada pulida y los marcados contrastes
de luces y sombras. Estuvo influida principalmente por Botticelli y Bronzino, por el retrato marierista y el cubismo, pero sin que sus obras llegaran a representar
el arte abstracto. Tamara fusionaba estos estilos antiguos para representar temas
actuales, donde las figuras visten ropa y peinados de última hora.
Aparte de los desnudos, que suponían
la casi totalidad de su obra, retrató a su hija y a personas pertenecientes a
la burguesía artística de París y Nueva York, pero también cuadros de flores.
Su estética ha atraído a estrellas
del espectáculo como Barbara Streisand , Jack Nicholson y Madonna, de quienes se dice que son coleccionistas de sus pinturas.
Tamara de Lempicka (1898-1980)
Tamara Rosalía Gurwik-Gorska,
artísticamente conocida como Tamara de Lempicka(por su primer esposo,Tadeusz Lempicki), nació el 16 de mayo de 1898, en
Varsovia, como se dice habitualmente, o más probablemente en Moscú, como
sostienen otros historiadores.
Descubrió su pasión por el arte en un
viaje que realizó con su abuela materna a Italia en 1911. Desobedeciendo a sus
padres, abandonó sus estudios y se trasladó a San Petersburgo, a casa de su tía
Stefa Jansen en 1914. Allí conoció al abogado Tadeusz Lempicki, con el que
contrajo matrimonio en 1916, poco antes del estallido de la Revolución rusa.
Tras la boda, se trasladaron a Copenhague,
donde residían los padres de Tamara, y desde allí se fueron a París. En 1920, comenzó
a asistir a la Académie de la Grande Chaumière, poco después de que naciera su
hija Kizette. Más tarde perfeccionó su técnica con Maurice Denis y André Lhote.
Su primera exposición tuvo lugar en
1922 en el Salón d’Automne. Posteriormente expuso en París, y en 1925, en Milán,
el conde Emmanuele Castelbarco organizó su primera muestra individual, tras de
la cual Tamara se convirtió definitivamente en una pintora de éxito.
En 1928, dio el paso de divorciarse y
muy pronto comenzó una relación con el barón Kuffner, con el que se casó en
1933. En esta época, resultado de una crisis existencial, pintó temas piadosos
y humanitarios, pero también autorretratos.
A finales de los años 1960, comenzó a
elaborar composiciones abstractas que no lograron convencer a los críticos, de
hecho, la muestra realizada en la Galleria Jolas de Nueva York fue un fracaso. Tras la muerte de su esposo, Tamara se mudó a Houston, donde
vivía su hija.
En 1969 regresó a París y retomó la
pintura. Una gran exposición retrospectiva, organizada en la Galerie de
Luxemburgo en el año 1972, devolvió el éxito a la ya anciana pintora.
En 1978 se trasladó a México, donde
falleció el 18 de marzo de 1980. Sus cenizas se esparcieron en el cráter del
volcán Popocatépetl, según era su deseo.