La Premio Nobel Marie Curie, una de las
investigadoras más conocidas y admiradas de la historia, forma parte de un
grupo reducido de mujeres que han podido alcanzar este reconocimiento en el
ámbito de la ciencia. Desafiando las rígidas y tradicionales normas sociales de
su época, consiguieron su sueño de ser astrónomas, matemáticas, bioquímicas o
médicas, aunque, en muchos casos, fueron desprestigiadas e injustamente
olvidadas.
Marie Curie fue la primera mujer que obtuvo un
puesto de profesora en la Universidad de la Sorbona de París. En un campo
profesional reservado para los hombres de esa época, no obstante consiguió el
Premio Nobel en dos especialidades diferentes, Física, en 1903, y Química, en
1911.
Marie Curie fue la primera mujer de una lista
de 16 que recibieron un premio Nobel en esas áreas desde la primera concesión
del galardón en 1901.
Elisabeth Blackburn y Carol Greider en Medicina
y Ada Yonath en Química fueron las últimas en recibir este reconocimiento
internacional en 2009.
Científicas como Hipatia, María de Alejandría o Hildegarda de
Bingen, entre otras, no son reconocidas fuera de su ámbito científico, ya que
la historia estaba tradicionalmente escrita por hombres. Hildegarda
de Bingen (1098-1179), monja, filósofa y mística, sus teorías giraban en
torno a la cosmología griega y redactó un libro de recetas en las que remarcaba
los beneficios que tiene una alimentación adecuada para la salud.
Margaret Thatcher (1925-2013) es más conocida por su
faceta política como primera ministra del Reino Unido (1979-1990) que como
investigadora química y miembro de la Asociación de Trabajadores Científicos.
Para la investigadora Matilde Barón, la figura que encarnó la
dedicación, la inteligencia, la curiosidad y el afán de compartir conocimientos
que ayudasen al desarrollo del ser humano y que puede representar a todas estas
mujeres es la neuróloga Rita Levi Montalcini (Turín, 1909-Roma, 2012). Esta
científica italiana aisló por primera vez el factor de crecimiento nervioso, lo
que le valió el Premio Nobel de Medicina en 1986.
Recordando la anécdota de Jacinto Benavente cuando fue
invitado a dar una conferencia ante un grupo de mujeres intelectuales en el
Madrid de la Segunda República, que rechazó la invitación porque él no hablaba
ni a tontas ni a locas, Matilde Barón añade una conclusión a su recorrido por
la historia de las mujeres científica: Ni tontas ni locas,
sabias
Desde finales del siglo XX hasta hoy, representantes de
instituciones científicas han manifestado la necesidad de seguir trabajando en
la incorporación de la mujer a los niveles más altos de la escala de la
investigación en España, con una alta cualificación y escasa representación.
Instituciones
como el Consejo
Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuentan con la comisión Mujer
y Ciencia para llevar a cabo el Plan de Igualdad, puesto en marcha en 2008, y
que tiene como objetivo acabar con la desigualdad existente entre las distintas
áreas y llegar al 25 % de representación en las categorías más altas
acordado por la Unión Europea. En el CSIC, esta representación supone el 23 %, por lo que siguen
trabajando para alcanzar los objetivos propuestos desde la institución europea.
A día de hoy todavía existen muchos prejuicios
en el campo de la ciencia. El techo de cristal existe, ya que es claramente
inferior el número de mujeres que están en cargos de responsabilidad. Solo el
15 % de los catedráticos, en España, son mujeres.
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