domingo, 24 de marzo de 2019

Vivir con fibromialgia



Vivir con fibromialgia es sinónimo a sobrevivir al dolor, ese dolor permanente que puede llegar a acabar con tu vida.

Nadie está libre de levantarse un día y que su vida dé un giro radical. A mí me sucedió. Aquel 3 de junio de 2002 el dolor llegó a mi vida, se instauró en ella y ahí permanece todavía hoy.

Tras una batería interminable de pruebas médicas sin ningún resultado evidente, un médico se sentó delante de mí y pronunció esta palabra: fibromialgia, y añadió: “es lo que hay y tienes que acostumbrarte a vivir con este dolor el resto de tu vida”.
Me quedé petrificada, vacía y sin expectativas de curación. Esta es la realidad que viven muchas personas cada día. Es mi realidad y con ella convivo.
Una ducha lo más caliente que pueda soportar se ha convertido en mi rutina diaria al levantarme de la cama. Este hábito adquirido y aprendido en el tiempo me permite muchas veces desprenderme del dolor y la rigidez que me impiden moverme, que me impiden vivir.

Tras el diagnóstico, solo me quedaban dos salidas: derrumbarme, con lo que todo eso conlleva, o luchar. Por supuesto, elegí la segunda. En mi vocabulario, expresiones como no puedo o no lo voy a superar no existen.

¿Pero vivir o sobrevivir?
Yo creo que soy una superviviente de un destino que no esperaba.

Pero esta enfermedad es mucho más que dolor, implica no sentirte apoyada y, la mayoría de las veces, no sentirte creída, ni siquiera por tu entorno más cercano.
Empiezas a escuchar conjeturas sin cesar y, según quién las diga, pueden llegar a doler tanto o más que la propia enfermedad. “Es que es una vaga”, “lo que pretende es llamar la atención”, “solo le interesa tener una pensión por enfermedad”, “a todos nos duele algo en algún momento”, “tampoco será para tanto”, “pues yo te veo muy bien”, “¡quién lo diría!”… Con frases como estas podría continuar hasta el infinito. ¿Y quién eres tú para saber lo que yo paso cada día?, ¿acaso alguna vez has padecido lo que yo sufro? Muchísimas veces pienso que todo el mundo debería soportar una semana lo mismo que nosotras/os padecemos a diario, para que después pudiese opinar con criterio.

Creo que mucha gente no es consciente de que la fibromialgia lleva asociados 100 síntomas comprobados a los que nos enfrentamos a diario—niebla mental, dolores musculo/ esqueléticos, problemas de equilibrio, rigidez, cansancio, fatiga, hipersensibilidad a los olores, hipersensibilidad al ruido, hipersensibilidad al tacto, dificultades para hablar o concentrarte, reacciones al dolor repentino—. En pocos minutos, se puede pasar de estar perfectamente a no soportar el dolor…

Cada día me obligo a levantarme de la cama, a relacionarme con la gente, a sonreír a pesar del dolor, me exijo a mí misma no ceder ante nada y desafío la enfermedad. Pero no todos los enfermos tienen la fortaleza para hacerlo.

Ahora me gustaría hacer una reflexión para todas las personas que sufran la enfermedad y me estén leyendo. ¿Si os atiborráis de pastillas cesa el dolor?, ¿si permanecéis en la cama os sentís mejor?, ¿enfadaros con la vida y el entorno os acarrea algún beneficio?, ¿compadeceros de vosotras/os mismas/os os beneficia de alguna manera? Sabéis igual que yo que todas esta preguntas tienen una respuesta negativa. ¡NO!, no merece la pena. Hay que aprender a dosificarse, aunque a veces no sea sencillo.
Tenemos que buscar y encontrar una actividad que nos aporte esa fuerza y esa esperanza que nos permita superarnos cada día.

Yo encontré mi salida estudiando, cursé Quiromasaje. Esto me permitió entender el funcionamiento de mi cuerpo, para así poder comprender de alguna manera lo que me sucede.

Busqué mi salida escribiendo, investigando en libros especializados, tesis doctorales, estudios al respecto, especialistas…, y escribí un libro. Un libro que muy pocos han leído, que está lleno de mis vivencias, de mi aprendizaje durante todos estos años, de mi superación personal.

Hoy en día encuentro mi salida relacionándome y rodeándome de personas maravillosas que dan sentido a mi vida. Haciendo lo que me gusta, lo que me ilusiona, lo que me llena de ganas de vivir, de luchar, de continuar.

Haciendo de la sonrisa mi bandera, porque es la única manera de salir adelante.
Cuando me propuse escribir sobre esta enfermedad, pensé en cómo enfocar este escrito. Primero me planteé escribir sobre todas las dolencias y padecimientos que puedo sufrir a lo largo del día, de la semana, de los meses o de los años que llevo padeciéndola. Pero después algo me hizo reflexionar en que lo que quiero transmitir, y es la idea de que, a pesar de los que nos ha tocado, podemos superarlo.

Llegué a esta conclusión porque a las personas que no nos creen les va a dar exactamente igual lo que yo pueda escribir. Pero a ti que lo padeces y me lees, que alguno de tus seres queridos padece la enfermedad, quiero darte la oportunidad de recapacitar sobre una cosa: la manera de enfrentar los problemas que surgen en nuestras vidas, y os aseguro que mantenerse positivos, optimistas, pero a la vez realistas, puede marcar la diferencia entre vencer o ser esclavo de la fibromialgia, que, como bien se dice, es una enfermedad invisible, invalidante e incomprendida en la mayoría de los casos.

Incomprendida por la sociedad que nos rodea, incomprendida por nuestras familias muchas veces, incomprendida por nuestras amistades, incomprendida por los médicos(que,a veces, por no tener, no tienen ni idea de lo que les estamos hablando), incomprendida porque, como dije antes, es una enfermedad invisible, y lo que no se ve, no existe, no se cree.

Estoy segura de que todos vosotros alguna vez en vuestra vida habéis tenido un episodio de gripe, de esos en los que sientes que te duele todo el cuerpo; pues, muy bien, ahora multipliquemos eso por mil: eso es lo que sentimos nosotras/os. Llevad ese dolor a la realidad de tener que padecerlo cada día en vuestro ser. Cerrad los ojos y materializadlo… ¿Duele mucho, verdad? Pues asusta aún mucho más.

Y asusta mucho más porque, una vez llega a tu vida, no tienes vuelta atrás, nadie te da una solución; porque no te mata, pero te corroe por dentro, hagas lo que hagas sabes que nunca te abandonará.

Porque no puede haber una solución para lo que no se conoce, la medicación solo sirve para paliar los síntomas, pero no cura la raíz del problema. A pesar de los años de estudio, realmente hay mil hipótesis pero ni una certeza de porqué se produce o cómo se origina.

Ahora bien, hay unos patrones en las personas que padecemos fibromialgia que se repiten. Somos personas muy activas, muy involucradas en la familia, comprometidas en y con la sociedad, incluso en algunos casos rozando la hiperactividad. Mi reflexión, fruto de la experiencia, ¿puede entonces ser producto de una hiperactividad física, emocional o mental mantenida en el tiempo, y a consecuencia de esto el organismo haya dicho basta?

Por eso, sin que sirva de precedente, me atrevo a daros un consejo a los que no la padecéis o no habéis sido diagnosticados: todo en la vida con mesura, porque, una vez que llega, llega para quedarse.



Y a los que la padecéis, quiero deciros que podemos superarla, aprender a vivir con ella, pero, sobre todo, que jamás sucumbáis en el sentido más amplio de la palabra, porque vida solo hay una y es maravilloso vivirla intensamente.

Marisol Álvarez Fernández

sábado, 23 de marzo de 2019


¿Qué es la fibromialgia?

La enfermedad del “me duele todo”


La fibromialgia se manifiesta como dolor en los músculos y en el tejido fibroso, es decir, ligamentos y tendones. Se trata de una enfermedad que afecta a entre el 2 y el 6 % de la población, en su mayoría mujeres.

Las causas de la fibromialgia son desconocidas. Lo más probable es que esta enfermedad venga causada por distintos factores que confluyan en un momento determinado. Es más, en muchos casos se puede producir sin una causa aparente.

Es muy posible que esta dolencia esté relacionada con la forma en que el cuerpo gestiona el dolor. Es decir, la sensibilidad extrema ante el dolor que en personas que no padecen la enfermedad no tienen.

¿Herencia o ambiente compartido? No está claro su carácter hereditario, pero, al parecer, cuando hay un enfermo de fibromialgia, hay cierta propensión a padecer la enfermedad en su entorno. De hecho, la investigación en esta línea está siendo muy intensiva y se está centrando en los factores genéticos.


El diagnóstico de esta enfermedad es muy complicado. El largo y complejo camino hasta la determinación a veces supone un verdadero calvario.

Uno de los síntomas podría ser el padecimiento de un dolor generalizado, es decir, que afecta a los cuatro cuadrantes del cuerpo durante un periodo mínimo de tres meses, y sensibilidad difusa al dolor.

La Academia Americana de Reumatología ha marcado 18 puntos del organismo más sensibles al dolor por presión, y para poder establecer un diagnóstico, debe presentarse el dolor en al menos 11 de esos puntos.

Pero esta enfermedad no solo supone dolor, sino que también lleva asociado un alto porcentaje de cansancio (90 %), trastornos del sueño (70-80 %) y ansiedad o depresión (25 %). Y tampoco hay que olvidar otros síntomas frecuentes como mala tolerancia al esfuerzo, sensación de rigidez generalizada, inflamación de manos y pies, hormigueos difusos en las extremidades, jaquecas, sequedad en boca y ojos, colon irritable y dolores menstruales.

Una de las dificultades que presenta el diagnóstico es que a veces, sobre todo en los hombres, haya unos puntos de dolor, pero, en realidad, la enfermedad no exista.

La fibromialgia no tiene una curación definitiva y solo se puede prescribir tratamiento para el dolor y tratar los síntomas que produce la enfermedad.

No se trata de una enfermedad que tenga secuelas físicas, pero puede tener un impacto muy grande en la calidad de vida de quien la padece y puede resultar incapacitante.


viernes, 1 de marzo de 2019

La Isla de las Esculturas


En el año 1999 con motivo del Año Xacobeo, un grupo de artistas internacionales, 12 concretamente, impulsaron un proyecto para la Illa do Covo.  Estos artistas crearon 12 esculturas y desde entonces a esta isla se la conoce, como Isla de las Esculturas y tienen como protagonista principal el granito gallego.

Con cerca de 70000 m, es un espacio natural dónde se funden riqueza y cultura. Es el mayor museo al aire libre de Galicia. Está situado en la zona periurbana de Pontevedra, en el margen norte del río Lérez, y a escasos metros del casco histórico. Declarada como LIC, Lugar de Importancia Comunitaria, e incluida en la Red Natura 2000).
La isla se ubica a unos 400 metros del núcleo urbano de Pontevedra, subiendo por el margen izquierdo del río Lérez, justo tras pasar el Puente de los Tirantes y pegada a la zona universitaria. Se puede aparcar muy cerca y de forma gratuita, tanto en la Avda. de Buenos Aires (en la otra margen del río) como en los exteriores del Pazo de la Cultura. 

Para acceder contamos con varias pasarelas y puentes, el más espectacular de todos es un puente peatonal colgante, que nos permite pasar al otro margen del río, donde podemos conectar con la Senda del Lérez (ruta de unos 12 kilómetros que va pegado a ambas márgenes del río Lérez, desde el Puente de los Tirantes hasta el embalse de Bora).
A lo largo del paseo, podemos encontrar estas esculturas:
Cielo Acortado, de Giovanni Anselmo, sus c120m centímetros de altura proyectada hacia el cielo pretende acortar la distancia que nos separa del cosmos, en vano.
Xaminorio Xunquemenes Abay, de Enrique Velasco. En esta obra plasma sus recuerdos y vivencias personales en el río Lerez, que como Pontevedrés vio pasar a la vez que le pasaron a él mismo.
Menhir. De Ulrich Rúckriem. Es una columna de granito (rosa Porriño) de 5*5*1.
Casita, de José Pedro Croft, en una casa gris sin ventanas ni paredes, que simboliza la relación entre la naturaleza y el hombre.
Bancos de piedra, De Jenny Holzer, Es una colección de 8 bancos de granito, con frases grabadas, que nos invitan a reflexionar.
Pyramid, de Dan Graham. Es una pirámide que a su vez contiene otras tres invertidas, se intenta mostrar la duplicidad de la imagen y causar impacto en el espectador.
Los 36 justos, de Fernando Casás. 36 árboles cortados y quemados que simbolizan a 36 personas hebreas de diferente religión, origen, clase y raza y fueron escogidas para mantener el equilibrio entre la vida y la muerte.
Petrarca, de Ian Hamilton Finlay. Son 3 medallones de losa verde de Lugo colgados de árboles a una altura de 5 metros. En cada unos de ellos aparece un soneto y el nombre del poeta. (Petrarca XXXV, Petrarca XXXII y Petrarca CCCX)
Saavedra, de Francisco Leiro, ES una superficie de madera situada a un remanso del río, representa un salón de piedra (librería, sofá, quesos de tetilla,)- Es conocida poluplar de Anne Houllevige y Patrick Poirier, se conoce como La Batea de Lérez.
Una Folie de Anne Houllevige y Patrick Poirier. Es un camino que atraviesa 4 arcos metálicos dominados por enredaderas, bajo cada arco puede leerse; esquecemento, recendo, soidade y soños.Estes arcos desembocan en una estancia, con una losa y una inscripción, Hortus Conclusu, la estancia pequeña tiene 3 sillas de piedra alrededor de un gran cerebro de granito gris que representa la memoria.
Línea de Pontevedra de Richard Long. Es una línea recta de 37 metros de largo y que pesa 17 toneladas. De granito blanco rustico, sin trabajar.
Laberinto de Pontevedra de Robis Morris. Representa una metáfora de la vida dónde el autor nos muestra una alegoría del presente continuo, donde el tiempo es un círculo en el cuál lo que está pasando, ya pasó con anterioridad.

Vivir con fibromialgia

Vivir con fibromialgia es sinónimo a sobrevivir al dolor, ese dolor permanente que puede llegar a acabar con tu vida. Nadi...